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La somnolencia estudiantil y el pasado como una herramienta de transformación social.

Foto del escritor: ReVista LaMentReVista LaMent

Actualizado: 26 jul 2020

Diego Laguna


Mi intención al escribir esto es invitar al lector, quienquiera que sea, a reflexionar sobre la somnolencia social en la que vivimos (algunos alumnos) de manera cotidiana y la oportunidad que tenemos eternamente vigente al alcance del razonamiento. Que en un segundo tiempo puede ofrecernos la posibilidad de moldear la realidad social desde la acción individual.

A lo largo de mi estancia en el bachillerato observé una especie de “pasividad-inmersa” y contagiosa que compartimos tanto alumnos, que pasamos por pasar, y profesores que enseñan sin lograr en sus educandos el poder de la reflexión. Y entonces, al cabo de unos años caemos en la puerta de salida con la graduación al frente y sin una explicación clara sobre lo que se supone que debimos haber aprendido en este tiempo. Y por supuesto, la salida más fácil es la del “escapismo-acusatorio”. Donde el profesor “no enseñaba”, “daba flojera”, “ni llegaba”. Pero, ¿Dónde dejamos la propia responsabilidad adquirida al elegir tal o cuál plantel y posteriormente inscribirnos? ¿No es un principio inherente de aquellos denominados ´estudiantes´ la aplicación del método autodidacta? ¿Somos en verdad estudiantes sino ejercemos el ejercicio más simple del aprendizaje? ¿Qué somos? Hasta este punto, la respuesta tiene tantas vertientes como podamos imaginar. Pero tomemos cómo punto de referencia aquel principio del Existencialismo que reza que “El hombre no es más que lo que él hace de sí mismo”. Desde este planteamiento, podemos rescatar en esencia que somos lo que hacemos. Por ello, seriamos entonces, seres cada vez más deshumanizados que nos conformamos con cumplir nuestras necesidades fisiológicas más básicas por ser las que más claramente se manifiestan y sin seguir nuestra voluntad natural e inconsciente de trascendencia para superar la separatidad humana nos limitamos a obedecer y cumplir con lo que se nos exige socialmente por ser ´estudiantes´. A partir de estos elementos, podríamos explicar que nuestra situación social, es entonces, un resultado de nuestros propios comportamientos desde lo individual hasta lo colectivo. Por lo que somos cómplices responsables de mucho de lo que vemos al rededor y (en los mejores casos) no nos gusta.

Pero ahora que tenemos una idea más clara sobre nuestra realidad social, alcanzamos entonces el nivel consciente de lo que somos, lo que hacemos y lo que nos rodea. Nos tocaría en este punto preguntarnos ¿Cómo cambiar la realidad social que vivimos hoy? ¿Cómo combatir la violencia, la depravación, la corrupción, el miedo, y la soledad que vivimos día a día en sociedad, mientras todos somos testigos y que todos sufrimos pero nadie hace nada? Es aquí donde subiremos el nivel, donde la conciencia ya no es suficiente… Pero, entonces ¿Qué lo es? ¿Qué falta? Tomar la acción.

En el plan de bachillerato del CCH/UNAM, específicamente, se llevan materias comunes de ciencias "exactas" y algunas más humanísticas, todas (en teoría) con el fin de formar bachilleres investigadores capaces de interdesarrollar los conocimientos adquiridos de las distintas áreas. Sin embargo, lo cierto es que el propósito se queda en el papel y pocas veces trasciende a la realidad.

En mi experiencia, siendo un estudiante común, pasé por 4 estados de conducta que he logrado nombrar y que he observado en otros compañeros además de mí.

  • Pasividad-Inmersiva

  • Escapismo-Acusatorio

  • Reflexión-Consciente

  • Razón-Acción-Pasional

Estos 4 estados, que no he sustentado más allá de mi propia experiencia, me apoye para describir el comportamiento que he observado en mí y en algunos otros amigos y compañeros de clase, donde por medio de la educación reflexiva logramos escalar en conciencia hasta salir de la somnolencia social que hemos adoptado como modo de vida “normal” en el que aprendimos a vivir porque, simplemente, así se nos fue entregado.

En mi caso no fue sino hasta que tuve contacto con la ciencia de la historia que pude adquirir claridad suficiente para poner en orden esta serie de observaciones que había vivido durante mi vida de bachiller.

La Historiografía son las formas de hacer la historia, es pensar como se hace la historia y en qué contexto se escribe; es la construcción del discurso y la estilización de la escritura del historiador. Para el historiador son las teorías de la historia, la forma en que la historia concibe sus nociones básicas. Por otra parte, la historia es artificial; en medida que se reunen un conjunto de hechos y la narración de esos hechos; varía según el tiempo y el espacio en que esos sucesos ocurren y en el que son narrados; en otras palabras, la historia es un producto cultural que produce efectos en el lenguaje, es decir, la escritura de la historia afecta a la historia misma. La historiografía es, además, un lugar; la escritura no es neutral, siempre tiene una intencionalidad. Al trabajo historiográfico lo penetran, atraviesan y cruzan las fuerzas políticas, religiosas, militares, filosóficas, económicas, estéticas, geográficas, medicas, psicológicas; etc.; generando una permanente y continua inquietud por el sentido e interpretación de las cosas, sus fenómenos y vínculos. La acción de escribir se ubica en el presente, cuando se escribe historia se ubica el pasado en el aquí y ahora.

Esta disciplina (la historia) se convierte muchas veces en la primer invitación a la reflexión que los alumnos enfrentan en su vida. Siendo esta una herramienta de crecimiento personal y académico a través del cual puede llegarse a niveles cada vez más altos de conciencia personal y social. En especial, por estas características disciplinarias de la Historiografía, la reflexión y el cuestionamiento crítico de los hechos por medio de la interpretación. De aquí la importancia (desde mi punto de vista) de incluir esta disciplina en los modelos educativos del país entero. Para que desde lo individual hasta lo colectivo, cada quien con su respectiva interpretación del pasado (pero sin dejar de lado el rigor científico natural de la disciplina), adquiramos valor para transformar la realidad que vivimos en beneficio de todos.

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